Moving-board, vamos, el clásico hombre anuncio

Coca Cola lanza Fanta Zero. No la he probado, supongo que será mejor que la light (fatal elección la de aquella calurosa mañana). Para ello, además del simpático (y ya) anuncio del chico de los ceros inspirado en el anterior de bigotillo y espinillo, ha apostado por un medio poco habitual hoy día: los hombre-anuncio.

Como demostró Afulday, hay empresas pató. Y los hombres-anuncio no iban a quedarse atrás. Moving Board es una empresa que viendo "que el mercado esté saturado de carteles clásicos y que la posibilidad de percibir mensajes es cada día menor, [desarrolló] un modo totalmente nuevo [(¿?)] de publicitar en el exterior. Llevados por esta idea, [desarrollaron] paneles móviles iluminados – Moving Board".

[(¿?)] y [] Míos ; ).

El resultado, como podéis ver en la foto que saqué en San Sebastián, está a medias entre un niño de primaria y un MUPI andante. Curiosamente, entre las especificaciones del armatoste este no viene el peso, pero no debe ser escaso.

Fanta ha optado por esta manera de hacer promoción. Además de en San Sebastián, también los he visto en mi ciudad. Así que, supongo, habrá hecho lo mismo en todos los lugares de nuestro solar patrio (iá, prietas las filas, el ánimo dispuesto, umdostres).

Dar que hablar, da. Eso es innegable. A esto que voy dejando tras cada pulsación me remito. Sin embargo... ¿la probaremos? ¿La probarán siquiera esos jóvenes disfrazados de MUPIS? Y de hacerlo, ¿habrá influido esta campaña o influirá más el propio peso de la marca (¡¡¡arriba Kas!!!)?

Personalmente, no le quito su impacto, no le resto originalidad (dado que ya sólo los que compran oro y los tatoos de Puertas del Sol varias optan por esta modalidad); sin embargo... los hombres-anuncio, por mucho moving board que le llamen, por mucho fluorescente y reflectante que le pongan, no deja de ser la elección de una persona como soporte publicitario. Llámenme cristiano viejo, sindicalista o amante de la condición humana, pero el hombre no ha nacido para ser soporte publicitario y, mucho menos, para idear que otros lo sean. Usen cometas, globos teledirigidos, prendan fuego a Roma, pero a las personas, aunque éstas quieran, incluso paguen, no las usen como soporte publicitario.

Esta entrada va dedicada a dos personas. A la primera que vendió un logo para que otra pagara por lucirlo. ¿Bendito capitalismo? Así son las cosas y así las hemos terminado haciendo.

Sigo pensando...