Ayer asistí a una conferencia enmarcada dentro del ciclo "Fascismo(s)" titulada: "Ciudad y fascismo. El urbanismo de los regímenes fascistas". La impartió Sergio Tomé, profesor de Geografía Urbana de la Universidad de Oviedo.
La línea general y simplificada, como bien quiso aclarar el ponente, es que los fascismos son regímenes que pretenden mirar hacia adelante y renovar. Instaurar un modo nuevo de entender las cosas. En España, a pregunta de uno de los asistentes, no es que no hubiera un intento de innovación o mirada hacia el futuro; sino que el futuro pasaba por reflotar el imperio de Felipe II.
La geografía urbana del régimen franquista se dividió en dos etapas. La primera, aquella que se ocupaba de la reconstrucción de un país asolado por la guerra y que incidió en la segregación social. Oviedo es un claro ejemplo de ello. Esta etapa se corresponde con las décadas 40 y 50, las de la autarquía y el relativo aislamiento internacional. La segunda etapa coincidiría con el desarrollismo propiciado por la apertura del régimen al capital y que se caracterizaría por la demanda de vivienda propiciada por los flujos migratorios y la instauración del "barrio masa".
Sergio Tomé, en contra de lo que pueda decirse por muchos foros, afirmó que las ciudades españolas seguían un crecimiento equivalente al del resto de ciudades europeas. La burguesía industrial y comercial configuraba ciudades de amplias calles, zonas verdes, ensanches, edificios de calidad, etc... Parecía que el terreno de aquella, sobraba. La ruptura con la tendencia europea sobrevino con la llegada de la guerra y la necesidad de responder rápido a necesidades urgentes.
La primera etapa del franquismo se caracterizó, entre otras cosas, por el uso de tres materiales, el ladrillo, el granito y la pizarra. Según Tomé, cada uno con su significado. El ladrilllo, el pueblo, el granito la nobleza y la pizarra, la referencia a la pureza de la raza (aria). Según Sergio Tomé sorprende ver plazas y plazas de nuestros pueblos con cubiertas de pizarra al estilo centroeuropeo.
El franquismo construyó, mediante modelos racionalistas, los famosos cuarteles. Bloques cerrados con patios ajardinados que no eran autosuficientes, como los soviéticos. Estos edificios fueron destinados para las clases medias y funcionarios del régimen. Ejemplos de ellos los encontramos en Oviedo en el bloque verde (el del Km 0).
El racionalismo no fue un modelo único, sino que hubo eclecticismo. El historicismo que había nacido en la década de los 20 del siglo XX continuó durante el franquismo. También las colonias (casas baratas o económicas con zonas ajardinadas destinadas a empleados generalmente), de las que Oviedo aún conserva dos, la de Ceano y la de Santa Bárbara.
Para Sergio Tomé, en aquella época, los falangistas litigaban con la iglesia por mantener su influencia y si no se hicieron mejores ciudades por lo menos sí buena arquitectura. En este aspecto quiso romper una lanza en favor de los arquitectos de la época. Aludió a su profesionalidad y calidad, pero remarcó que cada uno es víctima de las circunstancias y las necesidades del momento.
En la época de la posguerra también se construyeron casas para ricos, como la casa de los millonarios (esquina Uría con Conde de Toreno). El centro de Santander, víctima de un incendio en 1941, hizo que todo el centro se remodelara en función a la óptica de la época. Clases privilegiadas en el centro, desfavorecidos periferia. El resultado, según Tomé, fue una ciudad en altura y monumental que rompía con la ciudad europea de palacetes, hoteles ajardinados, fábricas y edificios públicos.
Los costes de esta reconstrucción y de los modelos racionalistas eran demasiado altos. Las colonias implicaban mucha urbanización, por lo que empezó a cambiarse la idea de plantear las nuevas construcciones.
El Estado se hizo cargo de la política de vivienda, siempre por detrás de las necesidades, por lo que decidió favorecer a los promotores privados para que construyeran casas y dieran respuesta a la necesidad de vivienda del momento. Ahí empezó el acabóse de la época falangista y autárquica y comienza el desarrollismo. España se abre a los mercados y empieza a entrar el capital.
Una de las medidas de Franco fue hacer casas baratas en las barriadas de las ciudades. Casas que, popularmente, eran conocidas como las del tocote o tocarate. Era la vivienda de protección oficial en barrios como los de Versalles o el Quirinal de Avilés o el Tocote de Oviedo. Poca urbanización, poco gasto, poco terreno desaprovechado.
Tras la barriada el siguiente modelo fue el polígono de viviendas. Se quiso ordenar el dasarrollo urbano, que no fuera espontáneo. Nacen los Planes Generales de Ordenación Urbana. Los técnicos de la épcoca idearon estos polígonos para separar la industria de la ciudad y construir las viviendas de tal manera que éstas tuvieran un rápido acceso a las vías rápidas.
Construcciones que por la picaresca fueron de muy baja calidad y en los 80-90 sufrieron problemas de salud (el famoso mal de la piedra, entre otros). La picaresca, según Tomé, facilitó que unos pocos se enriquecieran desorbitadamente a costa del estado y en perjuicio de todos los españoles. Como ejemplos de polígono están Martorell y Ventanielles en Oviedo. A las buenas ideas siempre se les opone el interés del capital. Desde un principio se opuso a los PGOU. De ahí que muchas ciudades no sigan esta tendencia. Al orden del polígono se le impuso el "barrio masa". Paradigma de esta machada es Castellón de la Plana y el barrio de Moratalaz en Madrid.
El barrio masa se caracteriza por su anarquía, calles estrechas, edificios de 10 pisos sobre calles estrechas sin arboleda ni zonas verdes, subyugadas a la motorización, donde los espacios públicos se destinaban al aparcamiento o a los escalextric, ya desaparecidos de Madrid. Esta tendencia, según Tomé, hizo que España y los españoles cayéramos en la desidia. Para reflejar esta opinión mostró casos de calles sin asfaltar, edificios de interés histórico derruidos para ganar unos metros para aparcar vehículos, etc.
Como en el centro no había suelo disponible para construir lo que hicieron fue derruir las viviendas de primera generación y acabar definitivamente con la ciudad burguesa y europea de finales del XIX. En Oviedo, por poner un ejemplo, acabaron con el ensanche y sólo queda como ejemplo de aquella época burguesa y europea la calle Uría y su prolongación, Fruela.
En esa época se seguía manteniendo el lujo en el centro y la tristeza en el exterior.
El "barrio masa" fue la respuesta a los círculos de pobreza e infraurbanismo que había en las grandes ciudades como Madrid, por ejemplo. Aún así, las necesidades básicas, como el suministro de agua no siempre estuvo garantizado en las zonas menos favorecidas.
Y, sin embargo, paradoja, la gente veía en esos barrios masa, en las alturas y edificios gigantes un símbolo de modernidad y progreso. Era la postal de Benidorm que se enviaba a los conocidos. Hoy día ese urbanismo se ve atroz. A mi pregunta, sobre, si no hubo una corriente de oposición a tal despropósito urbanístico, Sergio Tomé respondió que los responsables de entonces eran conscientes de que lo estaban haciendo mal (de puta pena en sus palabras), pero según dijo posteriormente, era el precio que había que pagar por el proceso modernizador. No había tiempo, España crecía y crecía y la demanda superaba sus posibilidades.
Sergio Tomé dejó claro un par de puntos que creo importantes citar. La situación actual es infinitamente mucho mejor que la de entonces, por mucho que ahora haya gente que diga que la vivienda es inaccesible. Ahora no hay mal urbanismo, sí mala arquitectura. Y una de las herencias de la urbanización franquista que aún podemos encontrar en las edificaciones nuevas son los baños sin ventana. Eso sí que es una aberración.
Sigo pensando...
Punto y (quizá) aparte
Hace 2 meses
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