Para evitar ese tipo de accidentes los fabricantes de productos químicos diseñaron tapas de seguridad para que un niño no pudiera abrirlas a la primera. A todo ello se le ha de sumar que en función al uso o destino que tenga el producto el color del envase es distinto. Así, por ejemplo, la de la lejía para suelos suele (valga la pseudoredundancia) ser amarilla. El fregasuelos, verde. El suavizante, pastel. El parquet, rojo. ¿Y qué pasa con el blanco?
Pues el blanco es para la leche, pero también para la lejía destinada a la ropa. ¿Diferencias entre estos envases? Los de leche suelen ser redondeados y achatados (como las leche de botella norteamericanas) y las lejías suelen ser más cónicas y con asa (siempre y cuando sea de varios litros) y, en ocasiones, con cintura. Sin embargo... la duda me asaltó a ver en una estantería de un super estas botellas.
¿Cuál es la lejía y cuál es la leche?
El montaje es burdo, pero, sinceramente, la nueva botella pet de pascual no parece 100% de leche.
Sigo pensando...
2 comentarios:
Dios, qué yuyu me acaba de dar esa botella de Pascual... Curioso post. Nunca había pensado la razón de que unas botellas fueran amarillas, otras blancas... ahora encaja todo. Ya me veo en uno de mis despistes meter la lejía en la nevera.
No estoy seguro de si los colores están regulados, pero sí que suele darse esos colores en esos productos, especialmente el amarillo de la lejía.
Y bueno, si Pascual tuviera una etiqueta menos "rancia" (que tache yo de rancio a alguien...) quizás se vería más como un envase de leche, pero con esa forma y esa etiqueta: lejía para ropa.
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