EasyJet
Siempre me llamó la atención la obsesión de la gente por entrar los primeros a un sitio. Recuerdo con cierta nostalgia las carreras y lanzamientos de mochila que hacíamos en la escuela para pillar el primer sitio en la cola para entrar ¡a clase! No sé si hoy seguirá habiendo carreras, dudo que haya hasta colas.
Creo que la gente que entra primero tiene una descarga de serotonina o algo por el estilo cuando repantigado en su asiento recrea victorioso su hazaña: "Yo fui el primero". Cuando no están numerados, pase... que pasen, que se maten entre ellos, que paguen 8,35€ para, si se reúnen distintas condiciones, puedan pasar de los primeros. Es curioso como hay gente capaz de pagar por una posibilidad. La descarga de serotonina debe ser bestial.
Sin embargo, cuando todo está numerado y más que numerado, ¿qué sentido tienen las colas? Pues la gente las forma y te miran mal si te dispones a entrar en el autobús y o avión (suelen avisar por grupos) sin haber "hecho" la cola, como si su decisión libre y personal implicase una obligación para mí. Y es que hay gente que piensa que su sacrificio personal y absurdo le concede cierto privilegio... pero vamos, que para algo han inventado los bancos, el reloj, la hora de salida y la cortesía (usted primero, no, usted, disculpe, insisto...).
En fin, no soporto las colas, especialmente las del VIPS. Joe, ni que en el VIPS sirviesen ambrosía. "Espere aquí a que le atiendan". Eso de esperar y ver el local vacío... Y la gente va y acude en masa a esa cadena de restaurantes. Cuando lo único rico era la pechuga Villaroy y es precocinada, ¡rediós!
Sigo pensando...
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