viernes, abril 06, 2007

De mí hombre, para ti mujer

Orientado por una compañera del curso de radio me centré en escudriñar el machismo en los anuncios de productos para el hogar. Últimamente, reconozcámoslo, los anuncios de estos productos incluyen muchás más figuras masculinas implicadas en las labores del hogar. Desde que Jorge Sanz se ofreciera voluntario para limpiar los platos, pero sólo con Mistol (¿o Fairy?), el mundo ha cambiado y se respira mejor.
Aún así, bien es cierto que aún quedan anuncios con cierto rintintín machista. Y miren que yo no soy un acendrado defensor de las causas perdidas, pero sí de la igualdad entre las personas. Calculo, quizás me equivoque, que los anuncios que tienen estos toques son de origen extranjero (he aquí mi famosa vena xenófoba). Y para no disparar sin cartucho, he aquí dos anuncios curiosos en TV.
Omino Bianco
Una mujer mete una prenda roja y otra blanca en una lavadora. A la vez va recordándonos la lotería que supone hacer eso (entonces... ¡no lo hagas!) Sin embargo... Tachán, con el nuevo Omino Bianco, que impide que los colores se mezclen todo solucionado y para que se lo crean recurrimos a la tradicional comparativa increíble que año tras año, todos los anuncios de detergentes usan. En un recipiente las prendas en cuestión con Omino y en otro recipiente, prendas similares con un detergente del montón. Para que resulte más creíble, ¿quién remueve esa ropa? ¡Un tipo con bata blanca, camisa azul y corbata! ¡O sea, un científico! Ya sabéis, mujeres que os arriesgáis a meter color con blanco, "la ciencia lo dice": "Omino Bianco".
Cilit Bang
Qué decir del pesao del Xilit Bang. Me recuerda al padre de la protagonista de "Mi gran boda griega" que todo lo curaba con Windex (limpiacristales). Ese tipo de estatura media, típico yerno ideal, feliz de conocerse, nos habla de lo bueno, bueno, bueno que es el producto de limpieza en cuestión. El tipo tiene la solución para todo, incluso para esas manchas de óxido que no sabías cómo quitar, pero que no hiciste nada para evitar que llegarán ahí. Y él, como Prometeo, mujeres, os ofrece el fuego de la limpieza, el producto único e inigualable, que os permitirá, oh, mujeres descarriadas, usar para vuestras labores de limpieza sólo ese producto y no cincuenta, incluso, fíjate si es liberador este producto, nunca más tendrás que hacer limpiezas a fondo. El anuncio del Cilit Bang está plagado de marujas, que, lógicamente, son su mercado, pero, coime, no me las traten así... como si fueran tontitas.
Sin lugar a dudas, muchos productos de limpieza incluyen hombres, pero no como personas que consumen y usan esos productos, sino como tipos listos que descubren el fuego a las mujeres, como si éstas fueran... en fin, tontitas, cuando todos sabemos que son: lo mejor del mundo.

El peor anuncio, Fat Away

¡Amos, ya!

Anuncio de TV. Dos maromos de hercúlea figura y sabrosona tableta de chocolate comentan entre ellos, así en plan amigo gay, que los pantalones que se están probando (¿juntos?) no les valen porque han comido mucho. ¡Horror!

A su socorro acude una fermosa doncella en lencería, que como toda buena mujer que se precie, tiene un bolso similar a la mochila de mochilo o el bolso de Mary Poppins. De allí, la zagala tobuenorra saca un sobrecillo de Fat Away y le hace una cubana al sobre a la vez que dice que no sé qué, disculpen, pero como diría aquel, aún no he llegado a su cara, para acto seguido recomendárselo entre risas estúpidas (es rubia, como diría aquella) a los apesadumbrados chicos que no saben qué hacer para meter sus portentosos abdominales en sus dockers. ¡Pasa de la grasa! les dijo.

Hacía años que no veía un anuncio sobre productos adelgazantes tan cutre y zafio. Ni siquiera los de las fajas reductoras son tan cutres. ¡Qué vergüenza para la agencia! Cabe preguntarse si esto lo ha impuesto la empresa o el creativo. Cruzo los dedos para que semejante despropósito y gasto de energía humana no sea por parte de la agencia de publicidad.