viernes, diciembre 21, 2012

Optimismo base cero

Empezaré como empiezan los aburridos profesores universitarios, definiendo optimismo.

 
optimismo.
(De óptimo).
1. m. Propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable.
2. m. Doctrina filosófica que atribuye al universo la mayor perfección posible.

Ahora que todos sabemos lo que es el optimismo veamos el anuncio de Campofrío y después de habernos hecho la conveniente paja nacionalista creyámonos los reyes del mambo y conquistemos nuestros sueños. ¡Es posible! Yes we can, Do you remember? ¿Y qué han Can en EEUU? ¿Han Can algo? ¿Tú sabes si han Can para mejor notablemente? ¿Ese Can ha levantado al país? ¿El Can ha logrado que los japoneses compren más coches americanos? ¿El Can ha impedido eso que llaman el abismo fiscal? El optimismo es para la microeconomía, no para la macro, no para la gente que ha sido preparada por el sistema para cumplir la función reproductora y productiva sin esperar de ellos más respuesta que la callada contribución económica.

Nadie pone en duda el poder movilizador del 'Yes we can' o el optimismo. A la gente le gusta creer que es posible. Los más maltratados americanos del centro sonreían agradecidos de que el Niño les hubiera dejado con vida gracias al Señor. A la gente le gusta creer. Tener esperanza, ser optimista. Y quien no es optimista tiene un problema o se ha enfrentado a la dura realidad con el resultado de que la balanza de sus méritos no está compensada. Y estampados contra la realidad hay decenas de miles de personas en este país, se quiera ver o no.

Para mí, el optimismo es la inacción. La necesidad es la que hace que el mundo se mueva, no la esperanza de lograr el cambio. Las esperanzas, las buenas predisposiciones necesitan de la acción y la acción solo la impulsa la necesidad. Huyo del optimismo base cero. De ese optimismo de frase corta que se basa en nada, que obvia la realidad y el entorno para presentarte un mundo lleno de oportunidades que quien te las desvela no aprovecha como el medium que predice el número del Gordo pero no le da la mollera para comprar un décimo.

Hemos estado regidos durante 8 años por una de las personas más optimistas que haya conocido España: Don José Luis Rodríguez Zapatero. Él mismo se definió como un optimista antropológico. ¿Por qué el optimismo no nos salvó de la crisis? Si tan bueno es contra ella...

Si hubo una época en la que construíamos más casas que Alemania, Francia e Italia juntas y éramos tan optimistas que creíamos ser la (puta) octava potencia económica del mundo, ¿cómo es que caímos en crisis? Ah, la culpa fue de otros que inventaron las subprime. ¿Alguien ha olvidado la frase de Zapatero diciendo que el sistema financiero era de los mejor valorados en el extranjero? Era una visión optimista, falseada: suicida.

Si el optimismo, según Campofrío y muchos otros representantes de la alegría vital nos ayudará a salir de la crisis, ¿cómo es que nos metió en ella? Porque no creo que antes de la crisis hubiera menos optimismo que ahora. No lo creo y, sin embargo, cataplás.

"No somos tan malos" es otra de esas frases que llaman al conformismo y la inacción. Los méritos que glosan en el anuncio de Campofrío es lo mínimo exigible a una nación con 500 años de historia. Lo mínimo. Países con menos años han logrado méritos similares en menos tiempo. Afirmar que tener 7 Nobel es la pera es exigirse poco teniendo en cuenta que los premios ya son centenarios.

El optimismo como actitud individual es lo que debe ser. Yo soy optimista porque me conozco, sé hasta dónde puedo dar y lo que puedo lograr. El optimismo para la masa es el aborregamiento y un servidor de ustedes podrá ser licenciado en Ciencias de la Información, especialista en comunicación y gestión política, matrícula de honor, autónomo, del Depor y padre, pero de lo que estoy seguro que no soy es borrego. ¿Por qué? Porque pienso, porque cuestiono. Porque soy más realista que Balzac. Frío, duro, calculador, racional, etc. Me da igual lo que digan de mí o mi manera de ver mi realidad. Jamás aceptaré el eslogan o el titular que no venga precedido de una base. Optimismo con datos para ello, sí. Optimismo base cero, nanay del Paraguay.

Algunos, los reyes del mambo, llaman a mi actitud "escepticismo". Solo sé que si la gente fuera como yo no hubiéramos tenido crisis hipotecaria: siempre he vivido de alquiler. Quizás no fui lo suficientemente optimista como para lanzarme a por una hipoteca.

Sigo pensando...