Hoy traigo aquí un curioso ejemplo de "packaging". El "packaging" no es ningún deporte de riesgo, ni tiene nada que ver con Francisca alguna. Simplemente es el término que se usa en el mundillo para referirse al diseño de paquetes, perdón, para los que no estén libres de suspicacias: envases. Por buscarle un término español podríamos usar... uhmmm... ahmmm... 1,2,3, probando... ¿Hola? Ya está, en vez de "packaging", debería usarse etiquetar, que según la RAE es...
1.- Colocar etiquetas o marbetes, especialmente a un producto destinado a la venta.
¿Y qué es el marbete? Esa palabra que nunca habrás oído (yo sólo la he leído y hoy) es...
1.- Cédula que por lo común se adhiere a las piezas de tela, cajas, botellas, frascos u otros objetos, y en que se suele manuscribir o imprimir la marca de fábrica, o expresar en un rótulo lo que dentro se contiene, y a veces sus cualidades, uso, precio, etc.
Y hasta aquí, aprendiendo con la RAE.
Este es el detalle de un marbete de un paquete de rosquillas. Lean, lean. Claro... uno coge una rosquilla, la olisquea y espera notar humedad de esa rancia a la que huelen los sitios religiosos. Las iglesias y demás templos, al igual que las residencias u hospitales, tienen su olor característico. Sin embargo, cuando uno arremete contra la rosquilla no aprecia sabor calcáreo, petreo ni salino.
Está de moda lo artesanal, no hace mucho hubo una reunión de gastronomía monacal, pero caray... la frase del marbete es simpática.
"Elaborada con la receta de las monjas asturianas,
con auténtico sabor a convento".
Desconozco cuál es esa receta, supongo que será tan secreta como la de la Coca-cola, y si todas las monjas asturianas siguen esa misma receta (que me da que no, porque todas las pastas conventuales que he tomado no sabían igual). Y ahí lo ponen, la receta de las monjas asturianas. Todos sabemos, por Dios, que las monjas asturianas tienen mucho mejor mano para la pastafacturación mucho más elevada que las extremeñas o cántabras.
Uno, por su experiencia profesional, tenía que escribir cosas parecidas sobre los productos a vender, se imagina al "encargao" de ventas elucubrando sobre qué poner en sus marbetes. Buscando esa frase redonda que describa al producto y encima lo haga atractivo. Vamos que el consumidor se sienta especial.
He de decir que la frase es un poco floja, la verdad que el producto este no se hace a nivel de las Fontaneda. Los recursos son escasos, pero caray... Considero que bastaría con: "Con el auténtico sabor de nuestros conventos".
En una Asturias cada vez más parecida a las Canarias (recuerdos a todos los canarios de buen corazón) se está empezando a llevar mucho eso de "lo nuestro". Eso que no es de los demás sitios. Eso que podemos disfrutar en exclusividad. Eso que nace aquí y está abocado a morir aquí. En una Asturias así, qué mejor que poner eso.
Y claro... lo que cada uno interprete en "sabor a convento", determinará en mucho la posible adquisición del producto. A mí no me hace gracia mordisquear un capitel románico con un San Juan petreo. No sé a vosotros.
El etiquetado de los productos no es un tema baladí. Es muy habitual no concederle importancia. Este es un ejemplo claro de un etiquetado o packaging de circunstancias. El producto será lo bueno que sea, pero su presentación no es la más atractiva y no cuesta tanto molestarse un poco por hacerla más interesante, realista y menos "comercialona".
Y hasta aquí el ejemplo de Las rosquillas Monjas mientras...
Sigo pensando.
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