domingo, febrero 28, 2010

Como la vida misma - Comercial salvaje

Las compañías telefónicas están enfrascadas en una guerra por robar clientes a otras. Se centran más en eso que en mantener a los que ya tienen. En esa guerra usan a los más sucios mercenarios: las "empresas" de captación.

Como a ti, a mí me ha sonado el teléfono decenas de veces y tras él, una voz o ¡pásmense! una locución de loquendo para... no lo sé, cuelgo. Sin embargo, la puerta fría es más difícil de colgar. Uno que es así de abrepuertas, sigue abriéndolas, y topándose con la fauna comercial más variopinta. Los últimos una pareja con otros dos incautos en periodo de formación (criaturas...)
Sonó el timbre, miré por la mirilla y pregunté quién era (esas cosas de la seguridad preventiva, que si es Jason no le abro y me libro), y oigo:

"Soy la chica que está hablando con los vecinos"

Toma ya, frasquito, ojo, que es la chica que está hablando con los vecinos. Mosca tras oreja, abro la puerta para ver qué es eso que está hablando con los vecinos. Lo reconozco, piqué. Y oigan, "lograr que alguien te abra una puerta no es fácil" (Expe Riencia dixit).

Antes de que yo dijera nada me dice: "Estamos informando a los vecinos del próximo cambio en la comunidad de la telefonía fija e internet a Vodafone".

No me reí en su cara porque no suelo hacerlo y, además, eran cuatro, dos comerciales y dos pardillos, pero miré a los incautos en periodo de formación y, con esa mirada y media sonrisa que me caracteriza, les intenté alertar de que no siguieran pateándose las calles con esos dos. La conciencia sufre.

A esto que el segundo comercial, un cubano bien afechurado, joven y culiprieto, me desliza una tabla comparativa de las telecos. Zanjo el asunto con la frase que todos debemos tener en mente aunque sea falsa: "Mira, es que soy de Telefónica" (porque mi padre era de Telefónica, mi abuelo fue de Telefónica, y antes de que Graham Bell inventara el teléfono, mi bisabuelo ya estaba pensando en darse de alta en Telefónica). Como el cubano no arredró ante semejante lealtad a Telefónica, hubo que recurrir al comodín del "compromiso de permanencia".

Como a estos comerciales salvajes no les gusta perder el tiempo (el día, lamentablemente, tiene sólo 24 horas) tuvieron por bueno el marcharse.

Y yo solo, bueno, con el perro, en casa, tras la puerta ya cerrada, pensando en la conciencia de la chica y el cubano y en la mísera vida que le espera a los dos incautos pateacalles y picapuertas. Concluyendo que es muy bueno vender, pero no vale todo, no vale todo y las compañías telefónicas no saben el daño que hacen a su marca personajillos como estos a los que no someten a ningún control. Sólo resultados.

Sigo pensando...




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