Uno vive enamorado de la sencillez. Y esta fuente es, para mí, la fuente más bonita del mundo. A falta de verlas todas, claro. Está en el Campo San Francisco de Oviedo, la ciudad de los seis títulos. Desconozco su autor, su nombre, su todo. Sólo sé que llevo viéndola toda mi vida y que me gusta por su sencillez y aparente fragilidad.
Sigo pensando...
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