De la que regresaba de celebrar la victoria veo en la ventana los colores de España. ¿Mi madre ha puesto la banderuca? No puede ser. Ella, tan poco futbolera, tan poco dada al patrioterismo... y sin embargo, ahí plantó, entre sus geranios, la banderuca para celebrar con todo Oviedo que, por fin, tras más de 40 años, España volvía a ser campeona de Europa. ¡Qué grande yes, madre!
Sigo pensando...
Punto y (quizá) aparte
Hace 2 meses
2 comentarios:
Uffff... Si te digo que hasta yo vi este partido (y hasta yo sufrí)... También me di un garbeo por las cercanías de la Gabinona, que aquello había que verlo. Yo sin banderina, jo.
A la gabinona me acerqué yo también para unirme a la celebración. Por cierto, menos mal que hay negros con ritmo en Oviedo. Si no es por ellos, la celebración hubiera sido una especie de concentración silenciosa. jeje.
Publicar un comentario