viernes, agosto 17, 2007

La ONCE se equivoca... (creo)

Sí, una pena que un anuncio tan agradable de ver no se emita más. Eso es lo que ocurrirá con el anuncio heavy de la ONCE. Sí, el del premio extraordinario del verano. Sí, hombre, el de los 20 millones de euros. Y que como podréis suponer, no me ha tocado.

Pero hoy no voy a hablar de anuncios, sino de una mala idea. O bueno, de una manera de no fidelizar a los jugadores. Si quieres vender mucho un día no tienes más que dar un premiazo del carajo; sin embargo, ¿cuántos días tiene un año? Muchos. Unos 365, día arriba, día abajo.

Este premio extraordinario de la ONCE, por su atracción, debería servir para enganchar a nuevos jugadores que viesen en el cupón una apuesta atractiva. Sin embargo... No lo es. ¿Nunca os habéis preguntado porqué la gente se pone loca de contenta con el gordo de Navidad? Sólo tocan o tocaban unos 30 millones de pesetas. Y hala, ahí todo el mundo sacando botellas de champán. ¿Alguien ha oído todo el mundo? Sí. Resulta que mientras la ONCE sólo premia a uno con una cantidad digna de producir la mayor de las crisis nerviosas, el Estado reparte dinero a espuertas por todas las calles de la nación. Y oye, jugar con la ilusión de que algo, aunque sea una pedrea te puede tocar, te anima a comprar.

Los premios de la ONCE de este 15 de agosto a mí me han decepcionado. ¿Cómo es posible que el siguiente premio al extraordinario sean solo 60.000 euros y encima que sólo haya 119 premios de esa cantidad? Y el siguiente de menor valor unos 3.000 euros... pero qué ilusión me produce a mí tener las cuatro últimas cifras (con lo difícil que es eso) si sólo voy a ganar medio millón de pesetas?

¿Por qué voy a comprar el próximo cupón de la ONCE si sólo uno de entre todos los jugadores se lo lleva todo? ¿¿¿No sería mejor, quizás, dar un gran premio, 10 millones de euros y hacer más atractivos y probables los siguientes???

Si la ONCE espera seguir vendiendo cupones ante la competencia que le supone la administración estatal ha de aprender que el negocio no está en un día y encima en desilusionar al que juega ese día. El negocio está en ilusionar, en darte una palmadita en el hombro que te diga, no será de esta, pero para la próxima, ¿quién te dice que no te pueda tocar a ti?

Sigo pensando...

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