Llevo más de un año y medio escribiendo sobre estética y psicoestética. No es que yo sea un entendido en la materia, ni mucho menos, pero siempre se aprende algo. Por lo menos, te cuestionas algunos de los tópicos más comunes al respecto de la belleza y la imagen.
La marca de sujetadores Wonderbra ha lanzado una campaña apoyándose en las fotografías de miles de voluntarias luciendo su famosísimo sujetador. Con esas miles de fotos han compuesto un cartel donde puede distinguirse a la modelo de turno luciendo un wonderbra. Nadie duda del efecto multiplicador de esta iniciativa (no todas salen tan bien, como la de la Chica Kalia, aún no hay nadie apuntado...). Sin embargo, lo que me llama la atención es el espíritu bajo el que pretenden amparar esta campaña. Según la empresa, y a través de El Mundo, el anuncio se hizo para "responder a las exigencias de una generación que se viste para gustarse a sí misma".
Gustarse a sí mismo. No tengo tetas, la verdad, pero... no sé qué efecto me produciría mirarme hacia abajo y ver mis dos trozos de carne más cerca y más juntos. Esa visión es la única manera de gustarse a sí mismo ¿Ese punto de vista es en el que pensó el diseñador del wonderbra? Es evidente que no. No nos ponemos guapos para gustarnos, sino para gustar, por eso existen los espejos, por eso somos felices cuando la gente no nos dice que llevamos la bragueta bajada y nos preguntamos cuántos nos habrán visto de esa traza o cuánto tiempo llevará abierto el kiosco cuando alguien nos lo advierte. ¿Vestidos para gustarnos?
Sigo pensando...
Punto y (quizá) aparte
Hace 2 meses
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