martes, abril 08, 2008

Camino de la cama

"¿Y ese Bultex es caro? Bultex es bueno, muy bueno"


Bultex es una marca de colchones. Últimamente eso de dormir está de moda. Dormir bien, más que bien, saludablemente. La espalda recta, las vías respiratorias expéditas y la natural ausencia de ácaros. Antaño, cuando uno era un crío, se anunciaban mucho los colchones Flex. Nadie puede negar que esta empresa acertaba siempre con sus lemas. Hoy me siento flex, es posiblemente uno de los mejores. ¿Y quién no ha oído hablar de Colchones Flex, entran dos y salen tres? En ese mundo de mi infancia la única competencia de Flex era Pikolin, símbolo de descanso (si la memoria no me falla) y patrocinador del Zaragoza durante mucho tiempo.

A día de hoy, con menos pelo y una arruga con forma de gaviota del PP en la frente (es muy duro envejecer de esta manera), las cosas han cambiado un poquillo. A Flex y Pikolin les han aparecido otros competidores. Hasta Pierre Cardin pone su nombre a colchones. Es más, yo he dormido en un Pierre Cardin como bien me informaron. Ya que lo has pagado, presume de ello. Así y de memoria me salen las siguientes marcas de colchones:
Tempur
Grupo LoMonaco
Bultex
Pierre Cardin

Y bueno, yo que como con las consolas, he probado y sufrido la evolución del colchón puedo decir que nunca me importó la marca del mismo sino dormir agustito. Así, de pequeño, pequeño, dormí como un ángel en un colchón de lana. Sí, sí, de esos de cuando el abuelo Patxi. Te atrapaba. Debía ser muy malo para los pulmones y la espalda. Yo lo soporté, pero mi hermana tuvo un principio o un inicio o un pronto de escoliosis, que por aquel entonces, era bastante normal. Desde ese día mi hermana casi no ha cogido pesos por si acaso su desviación (de columna se entiende) aumentaba. A mí ese argumento nunca me convenció porque implicaba que cargaba yo y la que sufría, mi espalda.

Los colchones de lana fueron sustituidos por los de muelles. Pero entre unos y otros, allá en el pueblo, alguien surtió nuestras camas con colchones de gomaespuma. Y eso, señores míos, es lo más horrendo del mundo. No porque pueda ser malo o bueno para la salud. No porque un flecha en un campamento la colchoneta meó. Es horrible porque esos colchones, de puro ligeros, pierden las sábanas en ná que te muevas y, oye, que amaneces arrebujado y durmiendo sobre esa funda azul o roja de motivos vegetales que todos habréis visto alguna vez (¿quién sería el diseñador de esos motivos?).

Por fin, servidor, duerme sobre muelles (oé, oé, oé). Cuando el colchón de muelles llegó a mi cuarto hacía años que había llegado al de mis padres. Pero España avanzaba y las familias, al igual que podían permitirse un televisor más y dejarse de ir con la parturienta en un coche sacando un pañuelo blanco por la ventanilla, podían dar a su hijo un colchón de muelles.

Lo importante de un colchón, según la publicidad de entonces, era que permitiera "correr el aire", que su somier garantizara la correcta distribución de pesos. O sea, que no acabaras en el medio hundido, pero conforme. Y bueno, que la espalda, un mítico, se mantuviera recta. Comenzaba la aparición de las almohadas ergonómicas tipo Therapy pyllow. Desde entonces, una batalla de almohadas perdió todo aliciente. Anda que no dieron la brasa con la almohadita de marras. Recuerdo la Feria de Muestras de Gijón repletita de estas almohadas y un tipo, micrófono en mano, promocionando sus virtudes. Y yo aún dormía con una almohada de viscosa, que es el abuelo del viscolátex natura chupi del paraguay.

Y llegamos a la época del látex y la espuma esa rara que se adapta a tu forma como el blandiblú s'esparramaba por tu mano. Con el látex desaparecen los muelles, objetos que si se estropeaba el colchón podían perforar el mismo y hacerte pupa o decir, ¿qué coño es esto que rozo con la puntita del dedo gordo y no me atrevo a mirar no sea que sea un monstruo nocturno? Los muelles, como descubrió Caldera, se agotan y pierden aguante, por lo que, como bien dijo la campaña común de colchoneros (que no atléticos), "Si tu colchón tiene más de diez años, es como si no tuvieras colchón".

¿Y quién metió el látex en la cabecita de nuestros consumidores patrios? El Grupo LoMonaco. Mejor dicho, la voz, o sea, Constantino Romero, el presentador del Tiempo es Oro, Valor y Coraje (¡Qué buena música tenía!) y la grande, pero ya olvidada, Parodia Nacional. Además, voz de, entre otros, Darth Vader y Harry el gochu. El látex y el viscolátex son como la soja. Una cosa que meten para innovar y convencernos de que eso es lo más sanote. Y debe ser cierto. Al parecer los ácaros pertenecen a una secta muy moralista y no les va nada el rollo del látex y el cuero.

Ahora, curiosamente, los colchones se pueden comprar por teléfono. De toda la vida es Cristo, a ver si vamos recuperando algunas tradiciones, el interesado tenía que desplazarse a una colchonería y, ante todos, tumbarse en un colchón. Mostrar la papadota al comercial de turno e incorporarse después de haber permanecido tenso como la cuerda un violín. Y es que, vamos a ver... ¿alguien puede probar un colchón en esas condiciones?

Y ahora, hijos míos, rememoremos a Siniestro Total y su camino de la cama:

"Camino de la cama es el mejor camino. Sólo estar durmiendo es mejor que estar dormido."

"Y no hay nada como mi almohada. Yo la abrazo y la consulto me aconseja y me ama."

"¡¡¡Por mucho que me muevas no me pienso despertar!!!"

Sigo pensando...

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