lunes, abril 14, 2008

El dedolector

Artilugio curioso. Me compré un libro y éste traía como regalo un chisme para poder leerlo con una sola mano. Útil si eres de esos que cogen el metro o el autobús y tienes que agarrarte con la otra a alguna barra, brazo, cuarto trasero o similar. Eso siempre y cuando no seas manco.

El artilugio, que he perdido, por cierto (lo he buscado, lo prometo por mi conciencia y honor), tiene un agujero por donde introducimos el pulgar. Bajo el agujero una cuña y como extensión dos alitas para cada parte del libro. De tal manera, con el dedolector podemos mantener el libro abierto con una sola mano. Lo que toda la vida hemos hecho metiendo el pulgar donde ahora ponemos el dedolector. Más higiénico, eso sí. No se soba el libro.

Pese a su aparente utilidad, pues también puede servir de marcapáginas, algo le falta. Y es que... cuando acabemos las dos páginas, ¿cómo pasamos a la siguiente con el dedolector puesto y una sola mano? No se puede. Y doy fe de que en un trayecto en metro, Moratalaz (insisto, el mejor barrio de Madrid) a Ciudad Universitaria, da para más de dos páginas, pero para muuuchas más. Y, seguro, seguro, seguro que "a la que" estás cambiando de página con la otra mano el metro frena, te rindes a la inercia, pierdes pie, sobas a la señora de delante, clavas el lomo al rasta, rompes la hoja y te quedas con el dedolector más metido en el dedo que una cabeza de niño entre los barrotes de una barandilla (Si no habéis vivido esa experiencia, no os la recomiendo. Los excesos de confianza se pagan y las orejas son las primeras en hacerlo.)

Sigo pensando...

2 comentarios:

Patata Piloto dijo...

Madre mía... una especie de "manos libres" pero en singular y para libros... Me gustaría ver uno.

Jesús Sarmiento dijo...

Pues no lo encuentro... y en internet tampoco. Seguiré buscando, muy lejos no pudo haber ido y mi casa no es muy grande.
Más bien es un semimanos libres. ;)